Se despide un año impensado, que trastocó cuestiones emocionales, económicas y financieras. Habrá que convivir un tiempo más con el virus y el 2021 no será precisamente un año exitoso.
El año 2020, antes del COVID-19, se nos presentaba como otro año en el que día a día había que salir a pelearla, los importantes vencimientos de deuda y un fuerte ajuste impositivo eran muestra de ello. Nadie esperaba, ni siquiera en Europa y Estados Unidos semejante e inesperado golpe a la sociedad, a la vida y a la economía.
Hemos sido testigos de cómo cambia la manera de vivir y de consumir; y en cierta parte hemos estado a prueba nosotros mismos, del encierro y la “deshumanización” que provoco este virus.
La incertidumbre nos incomoda. Es como cuando circulamos en auto y de golpe el tránsito se embotella, quedamos sin saber lo que ocurre frente a nosotros. Sí sabemos que es solo un desvío, que son diez minutos. Nos quedamos tranquilos cuando tenemos información certera, pero sin información de lo que pasa adelante se generan momentos de ansiedad y desesperación.
Han ido apareciendo distintas vacunas en la última fase de desarrollo, con resultados más que aceptables, que nos han traído cierta tranquilidad y de a poco el panorama se va aclarando.
Lo que sabemos es que el virus va a pasar, dejará sus huellas sin dudas, pero en algún momento será un recuerdo. Para nuestro país, lo importante es lo que queda luego de esto. Un país endeudado, con una desocupación creciente y una inflación próxima a los tres dígitos. Una caída estimada en no menos de 8 puntos del PBI para esta película de terror llamada 2020, que está llegando a su final.
No obstante, hay una convicción en muchos analistas de que los sectores vinculados al agro, como los fabricantes de maquinaria agrícola, pueden llegar a tener una rápida recuperación y que habrá un fortalecimiento de los servicios basados en el conocimiento. Asimismo, el sector esparcimiento, el turismo, la gastronomía y el transporte parecen llevarse la peor parte, mientras que se observa una luz amarilla en lo que tiene que ver con industria manufacturera.
La odontología también debe tomar nota de estas variables, muchos de los insumos utilizados son importados. No sólo enfrentaremos una posible caída de la demanda, sino que además tendremos una importante suba de los costos.
No podemos además dejar de tener presente la posible falta de insumos importados.
Se recomienda que los dentistas usen equipo de protección personal, como máscaras, guantes, gafas y batas para protegerse ellos mismos de la exposición a los aerosoles infecciosos y las salpicaduras que contienen saliva y sangre del paciente.
A nuestro paciente, debemos mostrarle nuestro protocolo de atención. Hacerlo sentir seguro y que estará mejor cuidado que en ningún otro lado. Es un temor compartido, pero para el odontólogo además es su principal fuente de ingresos.
Nadie se atreve a pronosticar un 2021 exitoso, pero al menos ya sabemos bastante sobre cómo convivir con el virus. Será un año para transitarlo, innovando en procesos, y estar a la expectativa de cualquier repunte de la actividad.
Para terminar, sólo resta mencionar que en tiempos de crisis hay dos tipos de personas: los que lloran y los que venden los que pañuelos. Debemos elegir cuál de las dos queremos ser. Desde el Estudio Caride Sierra ¡te podemos ayudar con eso!
Más información:
Cr. Ezequiel Marañón
MSc. Juan Eugenio Caride
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