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01/06/2022
LA BOCA DETONADA I
EXPLOTA… EXPLOTA… ˇME EXPLÓ!

La curiosa historia de los dientes que explotan luego de un dolor intenso. Los primeros casos registrados en el siglo XIX, el rebrote en el siglo XX. Las posibles explicaciones científicas, las dudas y finalmente el misterio.

Alguien recordará el nombre de la golosina carbonatada que comíamos de niños en la Argentina de los ´70 u ´80. La golosina, al contacto con líquidos como la saliva se descomponía liberando dióxido de carbono, produciendo esa sensación de chisporroteo o pequeñas explosiones en la boca. Pero las explosiones en la boca a que vamos referirnos son más graves y curiosas.

Ocurrió que W. H. Atkinson, un dentista del siglo XIX de Pensilvania (EE.UU.), documentó en un artículo para el Dental Cosmos, la primera gran revista para dentistas americanos, un brote de explosión de dientes. Este extraño suceso lo observó en tres pacientes.

El primero fue el reverendo D.A., de Springfield, que sufrió la desagradable experiencia en 1817. Comenzó a dolerle el canino superior derecho, y el dolor aumentó con tal intensidad que estuvo a punto de volverlo loco. Tratando de aliviar su tormento, corría de un lado a otro, golpeaba su cabeza contra el suelo y hasta se llegó hasta el muelle de la ciudad para hundir su cabeza en el agua fría, entre otras acciones desesperadas, sin lograr alivio.

Así anduvo un tiempo el sacerdote de Springfield hasta que un día a las nueve de la mañana, mientras caminaba atormentado por el dolor, sonó, de repente, un golpe seco, como si fuera un disparo. Su diente estalló en pedazos proporcionándole un alivio instantáneo.

Trece años después de este incidente, a otra paciente, Letitia D., le sucedió algo similar. Letitia padeció un prolongado dolor de muelas. El diente terminó reventando con una explosión, dándole también alivio inmediato.

El último caso se produjo en 1855, cuando a la señora Anna P. A. le explotó su canino superior izquierdo. 

Nuevamente, una repentina y aguda explosión, y alivio instantáneo.

Los editores de la Revista Británica de Odontología destacaron recientemente entre impresos de 1965 el relato de otros casos de explosiones dentales a lo largo de la historia. Entre ellos, existe un caso registrado en 1871 por J. Phelps Hibler, también un dentista estadounidense.

Hibler trató a una joven mujer con un profundo dolor de muelas. El martirio terminó de manera espectacular cuando el molar reventó, generando en la paciente una explosión que la dejó conmocionada y hasta la derribó al suelo. La explosión fue tan potente, además, que quedó sorda por varios días.


El periodista THOMAS MORRIS recoge en su libro El misterio de los dientes que explotaban y otras curiosidades de la historia de la medicina estos mismos casos.

Aunque se registraron cinco o seis casos en el siglo XIX, no se documentaron luego situaciones de dientes que explotaran sino a partir de la década de 1920.

Según Hugh Devlin, profesor de Odontología Restaurativa de la Escuela de Odontología de la Universidad de Manchester (Reino Unido), aunque es bastante habitual que los dientes dañados se separen, nunca escuchó que explotaran.

Devlin recuerda que en la década de 1960 unos exploradores de la Antártida relataron que sus dientes se rompieron espontáneamente, aunque podría haber sido causa del frío extremo. 

Sin embargo, Devlin cree que el verdadero motivo fueron las caries, como consecuencia de la dieta alta en azúcar de los exploradores.



Volviendo a Atkinson y su artículo de 1860, en ese texto se ofrecen dos explicaciones alternativas. 

La primera es que una sustancia que Atkinson llamó “calórica libre” se acumuló en los dientes y causando gran aumento de la presión en la pulpa dental. Pero esta hipótesis se basa en una teoría científica obsoleta e improbable. Se pensó por algún tiempo que el calor consistía en un fluido llamado “calórico” que se auto repelía, lo cual habría originado un aumento de la presión considerable, pero se sabe hace desde hace rato que tal fluido no existe.

La segunda idea de Atkinson parece más razonable, al sugerir que la caries del diente podría ser consecuencia de una acumulación de gas que, al final, hacía que el diente se quebrara. 

Sin embargo, Devlin rechaza esta postura, porque es muy poco probable que el gas acumulado en un diente sea suficiente para hacer que explote y asegura que los dientes son muy fuertes.

Hay que tener en cuenta que los dentistas del siglo XIX no sabían lo que eran las caries y creían que formaban parte del propio diente. Recién en el siglo pasado se comprendió que las caries son causa de la dieta y de las bacterias que se acumulan en la superficie de los dientes. 

Tal vez, entonces, la respuesta podría estar vinculada a los elementos químicos que se utilizaban para fabricar los empastes.

Previo a la aparición de la amalgama de mercurio en la década de 1830, se utilizaba una amplia variedad de metales para rellenar las cavidades dentales, entre los que se incluían plomo, estaño, plata y diversas aleaciones.

Al respecto, Andrea Sella, catedrático de Química Inorgánica en el University College de Londres, explica que si se utilizan dos metales diferentes, se crea una celda electroquímica y, efectivamente, toda la cavidad bucal se convierte en una batería de bajo voltaje. 

Entonces, debido a la mezcla de metales dispuesta en la boca, se podría producir una electrólisis (separación de los compuestos) espontánea, según Sella.

Agrega el profesor que en el caso de un empaste muy mal hecho parte de la cavidad puede permanecer en el diente, y existe la posibilidad de acumulación de hidrógeno dentro del diente. Entonces, un diente debilitado podría estallar bajo esa presión y el hidrógeno podría incluso explotar si hay ignición; por ejemplo, si el paciente fumaba en ese momento o si un empaste de hierro causa una chispa en la boca. Aunque Sella admite, que es un escenario un tanto exagerado y en broma agrega que no se imagina un chorro de llamas saliendo por la boca de un caballero victoriano. 

Además, en los casos documentados, no existen pruebas de que ninguno de estos pacientes tuviera empastes. 

En resumen, o bien un proceso desconocido causó las explosiones o los pacientes exageraron los síntomas. De todas formas, el “misterio de los dientes que explotan” sigue sin resolverse.

Fuente: www.bbc.com





 

 
 


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